sábado, 16 de agosto de 2014

Para ruinas, me quedo con las tuyas.

Estoy harta de eso de que todos los caminos llevan a Roma. Nadie nunca ha preguntado  a dónde quería llegar, y para ruinas, me quedo con las tuyas. Ésas sí que merecen una foto. Ridiculizas a la luna de París sobre la Torre Eiffel y el coliseo romano se queda pequeño al lado de tus ojos.

Vendería hasta las venas por verme reflejada en tus pupilas. La arena de las playas de Cerdeña tienen mucho que envidiarle a tu cuerpo, y el Big Ben no  es nada comparado con el Big Bang que se produce cuando tocas mi cintura. Mientras, en Amsterdam, celebran el mercadillo de las flores sin tener ni idea de las primaveras que tienes escondidas. 

Siempre he sabido que serías tú ese alguien por el que esperaría sentada en el suelo de una estación. Al fin y al cabo, fuiste mi deseo en la Fontana de Trevi. Eres lo más árabe de la Alhambra de Granada y, para hablar de maravillas, mejor hablamos de ti. No sabes la de veces que he intentado aprender a hacer magia sin saber, que magia era lo que hacías con tus dedos. Que no conocería nunca color como el de tus ojos, y que llevo grabada en la retina la tonalidad de tu piel.

Quise reconstruirte hasta que me di cuenta de que yo quería tus ruinas, porque así, tal como estaban, eran preciosas.

- Alicia López.

No hay comentarios:

Publicar un comentario