jueves, 8 de noviembre de 2018

Que se joda la cordura - María Vera

Claro que siento por encima de mis posibilidades
Si eso es estar loca,
no sé a qué esperas para ponerme la camisa de fuerza.
A mí, en cambio,
el loco me pareces tú por no hacerlo.
Por esquivar todas las piedras de tu camino
sin pararte a besarlas después del tropiezo.
Porque se te han atrofiado las alas
por tu absurdo temor a las alturas,
por si la hostia y los mío pedazos.

Yo me he roto todos los huesos del cuerpo
contra el fondo de una piscina vacía
por una posibilidad entre mil de caer
en un futuro jodidamente precioso.

Perdóname, pero el único loco eres tú. 
Que nunca has hecho una montaña de un grano de arena
y no sabes lo bien que se respira
al llegar a la cima y comprobar que sigues vivo.

Guárdate ese discurso de mierda,
que pasar página es, al fin y al cabo,
saltarse una parte de la historia.

No.
Yo soy más de punto final y libro nuevo,
de arrancarme más el corazón que la ropa
cuando alguien me besa la sonrisa.

Estás loco si no tienes cicatrices
porque sólo los valientes las llevan por bandera,
y sólo los valientes son capaces
de abrazar sin miedo a desordenarse
los mil pedazos de aquella hostia
- porque a ellos les sobran alas, claro -.

Y si estar loco  es querer así,
con todo
incluso con miedo,

que se joda la cordura.