sábado, 2 de agosto de 2014

Ha pasado tanto tiempo, que apenas me he dado cuenta de que he empezado a crecer a un ritmo desmesurado. Cuánto ha cambiado todo. No sabes la de veces que he cambiado de peinado y, sin embargo, últimamente he estado pensando. 
Quizás mi futuro no es siempre como lo había pensado. Últimamente sueño mucho, despierta. Y es que ahora sueño con teñirme el pelo caoba, tatuarme y recorrer mundo en una caravana. No sabes la de veces que he cambiado de destino.  El retiro con mi perro decía, y a los dos minutos cambiaba por París, Venecia, Australia, Mónaco, Cerdeña. 
El tiempo todo (lo)cura. Y yo no quiero curarme. Porque cada vez que alguien me decía que algo era de locos yo lo hacía con una sonrisa de esas que acaban retumbando en carcajadas en el pecho.  
Y aún sigo pensando que mirar las estrellas de la mano de alguien tiene que ser precioso. Qué hay formas más bonitas de demostrar amor que con un beso y, que pasar el tiempo con un buen libro en las manos, bolígrafo, papel, manta y café es una manera maravillosa de malgastarlo. 
Existen canciones tristes que aún me hacen sonreír y sueño con una postal en la que bajo la luz de una chimenea alguien toque la guitarra y yo sonría mirándole porque el vibrar de las seis cuerdas con sus dedos será una buena banda sonora a mis recuerdos.
Aún sueño con esa colección de fotos en lo alto de miles de ciudades y con que no me falten los abrazos. Escuchar latidos de corazones. Y quiero escribir un libro con capítulos que hablen de personas especiales. Y partirme el pecho por hacer feliz a alguien. Y tener veinte y tantos, y  no tener ni idea. Y dormir para soñar. Y seguir soñando, aún con los ojos abiertos.

- Alicia López

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