martes, 2 de abril de 2013

Y de entre todas, está ella. Ella es la mujer más maravillosa del mundo. Nunca ha habido alguna más que me absorba tanto cuando la miro. Pelo endiabladamente rizado, ojos verdes, labios finos. La descripción de uno de los pilares de mi vida. Podría decir tanto de estos casi 18 años con ella, pero a la vez tan poco.
Digamos que para mi es especial y maravillosa por varios motivos, el primero, soportarme dentro de ella durante las primeras 32 semanas de mi existencia. Y los motivos continúan. Cogerme en brazos y dormirme, darme de comer, enseñarme los primero pasos, las primeras palabras. Ver películas conmigo hasta hartarse. Dejar que su barriga fuese mi cama personal y particular. Darme al hermano más idiota y adorable del mundo.
Si alguien me dijese que la definiese no sabría que decir. Nunca me ha gustado definir a la gente, porque pienso que es ponerle límites y en mi opinión nadie los tiene. Pero, dejando a un lado todo esto, para mi ella es valentía, es coraje, es fuerza. Para mí, ella es más que una madre, siempre lo ha sido. Sé que puedo contarle y pedirle cualquier cosa, porque ella mueve el mundo y me lo da.
Sé que puedo confiar en ella, ciegamente, cosa que hago con personas que pueden contarse con los dedos de una mano. Sé que ella está ahí para todo.
Ella es la persona más sincera que he conocido. Ella es la persona que de entre todas las opciones, siempre elige lo mejor para nosotros.
Si hay algo que no cambiaría por nada en el mundo, es a ella.
Los abrazos de mi madre son los abrazos que más te cargan de energía, felicidad, fuerza, amor y cariño.
Mirarla a los ojos es una de las sensaciones más maravillosas que existen, y creo que ella también lo sabe.
Creo que debo dar las gracias por tenerla aquí conmigo, a mi lado.
Agradezco aquel 9 de noviembre. La primera vez que ellos me vieron. Era jueves. No me acuerdo de nada, pero seguro que fue especial. La primera vez que tus padres te ven, te tocan y te hablan tiene que ser especial para los tres. Para mi lo fue.
Dieciocho años, casi, desde entonces. Espero que no sea ni una quinta parte de lo que nos queda. Recuerda, "gordi", tienes que seguir ahí para apoyarme, porque no puedo defraudarte. Me acuerdo de que tú siempre me decías que lo que querías que yo fuese de mayor no era ni médico, ni abogado, ni nada que pueda estudiarse, que quieres que yo sea feliz. Me has enseñado a elegir a la gente que necesito para serlo.
Eres una de esas personas. Así que quédate conmigo, que yo me quedo contigo.



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