jueves, 4 de abril de 2013

Una vez le preguntaron a Lewis Hine, un fotógrafo de guerra, por qué había elegido esa profesión. Él respondió que si pudiese contar con palabras todo lo que veía, no necesitaría cargar todo el día con una cámara de fotos, que ciertos momentos de belleza, de desolación, de horror y de heroísmo, estaban más allá de las palabras. Yo también lo creo. Hay cosas que no podemos explicar con palabras, sentimientos como el amor y el compromiso, o sensaciones como volver a abrazar a un amigo. 
Quizá por eso nuestra vida se compone de imágenes, momentos congelados en el tiempo para siempre, de decisiones que cambian sin remedio el rumbo de las cosas, de fotografías fijas guardadas en la memoria, que nos recuerdan cada segundo lo hermoso que es vivir.

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