Me gustaba dejarle mensajes.
Pedazos de papel en cada cosa que yo sabía que vería.
Un “Buenos días” pegado a la taza del café.
Un “no te hace falta” encima del maquillaje.
Compraba parches duritas y ponía encima un “Para que las heridas sanen rápido”.
Un “Si me necesitas, llámame, sin importar el horario ni con quien esté, tu eres mi primero, mi segundo y mi tercero” encima del celular
Pero lo que más me gustaba era dejarle un “ te amo” pegado cerca del corazón.
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