jueves, 28 de agosto de 2014

Cuando el día que te vayas se convirtió en el día que te fuiste.

Después de otro verano, ahora toca volver a despedirnos. Aún no me acostumbro. Me gustaban más los otros 12 septiembres en los que en vez de decirte adiós, volvía a abrazarte para estar viéndote la cara cada día. Es el segundo año consecutivo que no compartimos fila y, a decir verdad, aún lo echo de menos. Recuerdo hace un año, me fui el 22 de septiembre y, a pesar de volver en menos de 5 días se me hacía raro eso de no tenerte intentando matarme por unas escaleras. Al menos puedo alegrarme de compartir contigo el tiempo desde que te cruzaste en mi camino en 2001. Y qué santa paciencia los que han elegido tenernos al lado, ¿eh?
Han pasado 14 años y, bueno, admitiré que me alegra seguir teniéndote delante. Y, que a pesar de todo lo que se nos viene encima, no puedo decir con más orgullo que estoy contenta de todo lo que has conseguido. Cerrando bocas, dijimos. 
Supongo que este año, será el primer 9 de noviembre en el que esa bromita de que no vas a estar el día que sople las velas será verdad, y será la primera vez que no te crea. Parece mentira, pero 13 años diciéndome lo mismo, y las 13 veces dándome la misma sorpresa. Ojalá este año, también llames a mi puerta.
Es que los  93 km de Cáceres me hicieron unirme a quienes tenían que quedarse, y alejarme de aquellos que tenía que tener lejos. Así que dile a Madrid que no le tengo miedo, que puedo con 404 km, y más. Dile que envidie esto, porque sus semáforos apenas nos verán cruzar en rojo, corriendo y de la mano. Dile que Gran Vía se queda  cutre al lado de la felicidad que provocas cuando estamos juntos. Dile que ahora, para mí deja de ser capital para ser tu nombre, y por eso todo.
Y mientras yo estaré deseando que llegue ese día en que me llames y pueda volver a abrazarte, y odiando que pase por tener que despedirme otra vez. Que creo que ya te lo he dicho, pero existen cosas horribles y, decirle adiós a alguien como tú, suele ser una de ellas.
Prometo que seguiré esperándote y no dejaré que mientras, ninguna otra persona arriesgue mi vida de la manera que tú lo haces. Que sólo iré a Madrid para que corramos cogidos de la mano, grites alguna de tus tonterías y recordarte sonriendo lo retrasado que eres y lo mucho que te odio. Lo de enamorarme en el retiro… bueno, sería un bonito plan de futuro de esos que tú y yo nos inventamos,  ¿no?  
Ahora prométeme una cosa: que vas a ganarle todos los pulsos a Madrid, que vas a seguir cerrando bocas y sonriendo. Que vas a enseñarle las fotos a la gente que conozcas y decirles que aquí se te echa de menos. Pero sobre todo, no te olvides de mi.
- Alicia López.

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