jueves, 15 de mayo de 2014


Un día me hablaron de querer, y juro que me reí porque no sabían lo que me estaban diciendo. ¿Cómo iban a hablarme de eso, si ella nunca les había cogido de la mano para cruzar un paso de peatones? No podían decirme nada, si nunca se habían quedado dormidos encima de su barriga cuando tenían menos de dos años. Apuesto a que nunca han cerrado los ojos mientras ella les hacía cosquillas en el brazo y les hablaba de algo que hiciese olvidar esa pesadilla que les había despertado. No sabéis lo que es morir en un instante, cuando te da un beso en la frente y sonríe. Y me juego la cabeza a que nadie, absolutamente nadie, me ha soportado tantas tonterías. Porque bueno, al fin y al cabo, fue ella la que me enseñó cómo es esto a lo que llaman querer y no es capricho. Que tiene un corazón de esos que son tan grandes, que no son capaces de odiar. Y, aunque no lo sabe, tiene de color de ojos el tono de verde más bonito que me haya cruzado jamás. No sabéis el privilegio que es llevar viéndolo 18 años. Es que no sabéis lo que sus abrazos son capaces de curar cuando estás rota, o cuando te rompen. Es ella la que no para de desear que me haga mayor, y sin embargo, sigue viéndome como una niña pequeña. Firmaría por no crecer más para tenerla siempre conmigo. Lleva casi 19 noviembres haciéndome feliz. No tenéis ni idea de qué es la risa hasta que no la habéis visto hacer alguna de las suyas, hasta que no habéis pasado más de 24 horas con ella, o hasta que no os mordéis el labio negando la cabeza mientras pensáis en cómo esa pizca de locura os hace tanta falta. Y es que lo más difícil que he hecho hasta ahora, es decirle adiós los domingos y contar las horas que quedan para volver a abrazarla un viernes cualquiera. No sabéis que se siente cuando te dice sonriendo que está orgullosa de ti, y tu corazón entra en taquicardia.  Ha sido ella la que me ha visto dar mis primeros pasitos, y sigue viéndolos ahora. La que soporta mis canciones y escucha cada una de mis ilusiones, sabiendo que es ella una de las personas que me ha enseñado a soñar.

Parece no saber que ella es la musa de esto, la musa de mi vida. Y ojalá algún día, yo llegue a ser la mitad de madre de lo que es ella.

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