domingo, 4 de noviembre de 2012

Ha pasado tiempo, tanto, que me ha dado tiempo a reflexionar, o al menos, a autoconvencerme de que lo he hecho. He pensado, o reflexionado, sobre mi vida. Sobre quien soy o creo que soy y quien quiero ser, sobre que hago y qué quiero hacer, y, sobre todo, sobre la felicidad. He llegado a conclusiones. La primera de todas, es que tengo que empezar a preocuparme un poquito más por mí y un poquito menos por ti. La segunda, que sí, que soy feliz, que me va bien, y que eso no depende ni de ti ni de nadie que no sea yo. La tercera, que yo, y solo yo decido quien se queda y quien se va de mi vida. Puede que suene un poco egocéntrico, eso de tanto "yo", "yo" y "yo". Pero es la pura realidad. Porque no me sirve de nada darme sofocones por ti. Ni agobiarme, ni arrepentirme de nada. Que voy a conseguir mucho más siendo yo misma y con una sudadera y zapatillas que fingiendo ser quien no soy con una minifalda y unos tacones. Que si tienes que quererme que me quieras como soy. Se acabó eso de fingir y se acabó eso de llorar. Y todo esto no quiere decir que ya no te quiera o que te vaya a olvidar, no, ni mucho menos. Lo único que quiere decir es que voy a centrarme más en mi y un poquito menos en ti. Es un trato justo, supongo. Yo te doy lo que tu me des. Ha pasado tiempo, si, pero supongo que no es suficiente para aclararlo todo bien. Vamos a darle tiempo al tiempo y minutos al reloj, que algún día lo que sientas sea lo que siento yo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario